MANIFIEST



Manifiesto de la Plataforma Benvinguts Refugiats Menorca

Maó, 19 de junio de 2016

Hace cuatro meses salimos a la calle, también aquí, en Menorca, para mostrar nuestro apoyo a las personas refugiadas y para exigir a Europa un pasaje seguro para las cientos de miles de familias que huyen de sus países devastados por la guerra; personas que tratan de alcanzar nuestras fronteras y que encuentran, todavía hoy, mafias, frío, hambre, persecución, alambradas, saqueos, campos de miseria pero también, lo sabemos, la mano amiga de personas anónimas y oenegés (gracias) que tratan de salvarlos y ayudarlos en unas condiciones a veces imposibles.

Hace cuatro meses que salimos a decir basta a los gobernantes locales, estatales y europeos. Basta de injusticia y basta de muerte: el año pasado murieron cerca de cuatro mil personas (como casi toda la población de Ferreries) intentando llegar a Europa, muchas de ellas ahogadas en este mismo mar Mediterráneo que baña nuestra isla. En estos primeros meses de 2016, cerca de tres mil personas han muerto ya en el intento, en el Mediterráneo, ante nuestros ojos: la deshumanización va en aumento. Y, ya lo dijimos, hablar de cifras cuando hablamos de personas es doloroso. Se pierde el rastro (y el futuro) de miles de niños. ¿Dónde están? ¿Dónde estamos?

La respuesta europea ha sido la construcción de vallas, ‘devoluciones en caliente’ y, la más contundente y vergonzosa, el acuerdo con Turquía. Su objetivo está claro: mantener lo más lejos posible de sus fronteras a los que buscan asilo. Y el derecho al asilo no es una cuestión de caridad, sino una obligación moral y un deber jurídico que esta Europa que tiene miedo a perder su bienestar pero no teme perder sus principios, no está cumpliendo.

Esta misma Europa que se aleja de su identidad de espacio común, que niega y excluye a quien pide refugio es además responsable de las mismas guerras de las que huyen las víctimas: es responsable directa (con la fabricación y venta de armas y las intervenciones militares) o indirectamente, por su pasividad ante la emergencia y por sus pactos e intereses económicos con terceros países.

También nosotros podríamos ir hoy o mañana (o ayer), hacinados en esas lanchas neumáticas o estar esperando hacinados para poder empezar de nuevo: no podemos olvidar a los cientos de miles de europeos, españoles (también menorquines), que tuvieron que huir y probar la vida en otra parte. Somos los mismos y Europa ha perdido la memoria.

Por eso seguimos aquí, para no olvidar: para exigir el derecho de asilo, como ciudadanos de la Europa que sí es humana y sí es solidaria, para exigir a nuestros estados irresponsables que asuman su responsabilidad; que medien en las guerras de las que son parte y que cumplan con los planes de ayuda y realojo a los refugiados; que actúen con todos los recursos necesarios (que son muchos) frente a este drama colectivo.

Seguimos aquí, para exigir que se establezcan vías seguras lejos de las redes de tráfico de seres humanos y que se garantice una acogida digna y justa en Europa, así como una misión de rescate en el Mediterráneo: no caben más muertos en nuestras conciencias.

Seguimos aquí porque cada chaleco es una vida; cada persona tiene un nombre, una historia, como cada una de nosotras. Seguimos aquí porque somos los mismos y tenemos que seguir estando.

Seguimos aquí porque se ha demostrado una y otra vez que sí sirve y no nos vamos a callar: es la gente la que salva a la gente. Y por eso, los ayuntamientos, las instituciones más cercanas a la gente, son los abanderados de esta Red de Acogida que tiene que crecer, si es necesario desobedeciendo al Gobierno de España, en el cumplimiento del derecho internacional. Son los ayuntamientos los que han de alzar su voz cada día y los que pueden aumentar y agilizar la llegada de personas necesitadas de asilo y garantizar después su integración: todos vamos a hacer falta en esa segunda oportunidad para las personas refugiadas, que hoy, mañana (o ayer) podemos ser nosotros.

Y seguimos aquí también para recordar, que, como recordaba Eduardo Galeano, es un verbo que viene del latín re-cordis: volver a pasar por el corazón. Seguimos aquí para repasar nuestra historia desde el corazón y para recordar que Menorca es y será tierra de acogida y solidaria. Una vez más: benvingudes, benvinguts.




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